viernes, 1 de abril de 2016

Malvinas a 34 años

La última dictadura cívico-militar ocurrida en nuestro país no puede ser explicada solo con palabras. Disciplinamiento social, represión, desempleo, torturas, desapariciones, endeudamiento, inflación, concentración de la riqueza… son términos que describen, pero no alcanzan para transmitir todo su significado e impacto. Pero si de algo se puede estar seguro, es que su principal víctima fue el pueblo trabajador. Más específicamente, aquellos que tuvieron el coraje de organizarse y luchar por una organización social más justa.

Sin embargo las dictaduras son costosas (casi una cuarta parte del endeudamiento de la época fue destinado hacia fines represivos), y también escasamente legítimas. A comienzos de la década de 1980, el gobierno se tambaleaba. Por un lado, perdía el apoyo de un sector de la clase dominante que, aunque beneficiado por el disciplinamiento social que venía llevando el gobierno, comenzaba a verse perjudicado por el modelo económico vigente. Paralelamente los trabajadores y los jóvenes recuperaban las calles. El punto cúlmine de esta situación se da con las movilizaciones masivas en todo el país del 30 de marzo de 1982. En ese momento en que la dictadura, herida de muerte y plagada de conflictos internos, realiza una jugada desesperada: La Guerra de Malvinas.
El masivo apoyo a la recuperación de las islas ocupadas por uno de los mayores imperios que conoció la humanidad, le dio un respiro a un gobierno cívico-militar que poco interés había demostrado hasta el momento por la soberanía nacional. Interés que escasamente demostró durante la guerra: en ningún momento se atinó siquiera a avanzar sobre las estancias de propiedad inglesa, o los bienes de las compañías británicas; tampoco se interrumpió el pago de la deuda externa con Gran Bretaña.
Malvinas, una causa sentida por la mayoría del pueblo argentino, fue utilizada para mantener el gobierno que más daño le a nuestro pueblo en la historia del país. Fueron también los pobres los que se jugaron la vida: la mayoría de los combatientes provenían de la clase trabajadora, y sólo una ínfima parte de los caídos habían nacido en cuna de oro. No fueron pocos los que luego del escenario bélico, debieron lidiar además con una situación laboral precaria.
Entonces ¿Por qué Malvinas? Porque es una causa justa sentida por el pueblo argentino, porque es un ejemplo más de opresión imperialista no solo sobre nuestro país, sino sobre todo Latinoamérica.
Sin embargo, no podemos dejar de preguntarnos ¿Para quién las Malvinas? Si hoy fueran argentinas, ¿De quién serían? ¿De todos los argentinos? No. Serían de una clase social, la misma que es dueña de los campos, de las fábricas, de las casas, de nuestro tiempo, la que tiene en su poder todo lo que necesitamos para vivir, la que tiene a la justicia en sus manos, la que tiene siempre las puertas abiertas de los políticos, la que nunca va a conocer una cárcel o las miserias de un hospital público. A esta gente pertenece hoy la Argentina. El resto no somos dueños de nada, o de casi nada.

El resto somos la inmensa mayoría que debe vivir trabajando más de la cuenta para poder vivir, dormir algunas horas y otra vez al trabajo. Si algún día recuperamos las islas, debemos ocuparnos de que no sea para los dueños del país, que correrán a hacer negocios. Las Malvinas deben ser y serán nuestras, lo mismo debemos hacer con Argentina.

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