El fuerte temporal que
afecto a la región durante el pasado fin de semana dejando como saldo, en la
ciudad de Mar Del Plata, a unos 200 autoevacuados mostró una vez mas que los
problemas de la Mar Del Plata profunda siguen sin resolverse.
La falta de obras en materia hídrica, el estado de abandono de los arroyos, el déficit habitacional y la gravísima situación de precariedad en la que viven miles de marplatenses resultan un coctel explosivo que sumado a la infeciencia por parte del estado a la hora de preveer y coordinar acciones con las organizaciones dejan como resultado a cientos de familias en condiciones de suma vulnerabilidad.
Solo la solidaridad de miles de marplatenses, que abrieron sus casas para refugiar a los vecinos, cavaron zanjas para poder filtrar el agua, recorrieron comercios y casas en busca de ropa y alimentos o acercaron ayuda a los centros de evacuados permitieron que las consecuencias no sean mayores.
En estas horas en que la
lluvia paro, el agua comienza bajar, los vecinos vuelven a sus casas y las cámaras
de los medios volverán a su agenda habitual pero los problemas de la gente
seguirán ahí, en las chapas que habrá que volver a clavar en los pisos secándose
al calor del carbón y en los mosquitos y las gripes que afloraran.
Mientras tanto los
funcionarios volverán a apagar sus teléfonos, a encerrarse en sus oficinas y a
gestionar una ciudad que mira al mar y le da la espalda a sus habitantes.
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