
Durante la misma se realizo un relevamiento territorial apuntado a conocer cuantas familias del barrio tienen huerta en su casa y cual seria el uso que le darían a lo producido. También continuaron con el trabajo en la tierra y la siembra de los plantines que ya parecen crecer con éxito. El trabajo en equipo, de chicos y grandes, es lo que caracteriza a este colectivo que tiene como principales objetivos compartir herramientas que ayuden al empoderamiento de nuestro pueblo. Desde muy pequeños los niños se familiarizan con la tierra y trabajan como los adultos comprendiendo que la conexión con la naturaleza es uno de los pilares para la integridad del ser humano.

Según datos aportados por el INTA las familias que cultivan sus propios alimentos reducen el costo de la canasta básica en un 30%, lo cual resulta sumamente interesante para aquellos que viven con la incertidumbre de saber si pueden o no pagar la olla del día.
El proyecto seguirá desarrollándose todos los sábados con diferentes actividades y propuestas de trabajo comunitario orientadas a la construcción de organización popular.
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